
La producción de la flor de cempasúchil, emblemática en las celebraciones mexicanas del Día de Muertos, ha experimentado un incremento notable en los últimos cinco años, multiplicándose por siete. Esta flor naranja, símbolo de la conexión entre los vivos y los difuntos, sigue siendo un elemento tradicional en los altares. Sin embargo, gran parte de este crecimiento en la producción está vinculada al uso de semillas híbridas y transgénicas, que se importan principalmente desde Estados Unidos, India y, en mayor proporción, China. Aunque el cempasúchil es una flor representativa de México, la dependencia de estas variedades extranjeras en su cultivo abre un debate sobre la competencia que enfrentan los productores nacionales. Este fenómeno refleja los cambios y desafíos que enfrenta el sector agrícola mexicano en relación con la globalización y la innovación genética en la producción agrícola.



































































































