
La administración mexicana, liderada por la presidenta Claudia Sheinbaum, enfrenta críticas por un proyecto presupuestario para 2026 que contempla nuevas subidas fiscales, a pesar de que la mandataria había reiterado que no habría incrementos de impuestos para reducir el déficit fiscal.
El paquete aprobado recientemente en la Cámara de Diputados incorpora un aumento estimado en ingresos por MXN 137,000 millones (aproximadamente 7,400 millones de dólares), atribuido a gravámenes ampliados o nuevos sobre bebidas azucaradas, videojuegos con contenido violento, cigarrillos y actividades de juego. Este esquema, impulsado por el partido Morena, busca, según el gobierno, promover la salud pública y desincentivar el consumo de productos considerados dañinos.
Sin embargo, especialistas y sectores industriales han puesto en duda la intención, señalando que se trata de una reforma fiscal encubierta que afecta principalmente a los sectores más vulnerables, base importante del respaldo político al gobierno actual. El impuesto a los refrescos, por ejemplo, casi se duplica para alcanzar los MXN 3.08 por litro, y se incluyó un gravamen sobre las bebidas que son bajas en calorías tras presión de la industria.
Los líderes de importantes compañías, como Coca-Cola y embotelladoras locales, han advertido que estos cambios conllevarán incrementos en los precios. Al mismo tiempo, el gobierno prevé que la mayor recaudación contribuye a equilibrar las finanzas públicas, aunque para 2026 se mantiene la expectativa de un déficit aproximado al 4.1% del PIB, similar al actual. La discusión política continúa, mientras se evalúan los efectos sociales y económicos de esta estrategia fiscal.



































































































