
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha dispuesto pintar de color negro el muro fronterizo con México como parte de su estrategia para impedir la migración ilegal hacia su país. Según informó la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, esta decisión pretende dificultar que los migrantes puedan escalar la barrera aprovechando que el color negro absorbe más calor, especialmente bajo las altas temperaturas que se registran en la región. “Cuando se pinta algo de negro, se calienta aún más. Eso hará que sea más difícil para la gente escalarlo”, declaró Noem.
Esta medida forma parte de un conjunto de acciones implementadas por la administración Trump para controlar lo que consideran una crisis fronteriza sin precedentes. En ese sentido, en redes sociales la secretaria Noem destacó que desde la llegada del mandatario se ha logrado reducir significativamente el número de cruces ilegales y arrestos, que en estados como Texas y Nuevo México pasaron de más de 400 a alrededor de 41 detenciones diarias.
Aunado a la pintura negra, el Departamento de Seguridad anunció que iniciará la ampliación del muro fronterizo, construyendo al menos ocho kilómetros adicionales con una altura de nueve metros, específicamente en condados pertenecientes al Valle del Río Grande en Texas. Esta expansión se financia con asignaciones presupuestales de 2019 y forma parte de un contrato en curso. Asimismo, el Congreso aprobó un presupuesto cercano a 47 mil millones de dólares para continuar con la construcción y mantenimiento del muro.
La política migratoria del gobierno estadounidense se ha intensificado en los primeros meses del mandato de Trump, con medidas que han reducido la protección a familias migrantes, limitado el acceso a servicios de salud y educación, y aumentado las deportaciones masivas. Según datos oficiales, más de 142 mil personas fueron deportadas durante el primer semestre de este año, mientras que alrededor de 1.6 millones de personas indocumentadas abandonaron el país, ya sea de manera forzada o por temor. Estos cambios generan incertidumbre con respecto a la influencia que tendrán en eventos internacionales próximos, como la Copa Mundial de Fútbol FIFA 2026 programada en Estados Unidos.